domingo, 23 de septiembre de 2012

Los bordados de la Virgen de la Concha



Con la reciente conmemoración de la Natividad de la Virgen el pasado 8 de Septiembre, y la celebración de los actos en honor de la Virgen de la Concha, la imagen ha lucido un aspecto renovado, pero a la vez clásico, al que nos está acostumbrando la nueva Junta Directiva y que está poniendo de nuevo en valor distintas piezas que forman parte del extenso ajuar de la Virgen y que habían quedado en el olvido, especialmente algunas de ellas bordadas.

La Virgen de la Concha el pasado 9 de Septiembre
 
            El sábado por la tarde, a última hora, en San Antolín, y gracias a la amabilidad de Víctor López, pude observar con más detenimiento los bordados que lucía la imagen. Según me dijeron, el conjunto de saya y corpiño que estrenaba lo hacía con motivo del 950 aniversario, y había sido realizado en seda de color crudo para imitar el color de la seda del bordado antiguo que llevaba sobre la saya. Este bordado debía pertenecer a la Virgen pero nunca lo había lucido. Se trata de una franja cuyo origen, hechura o datación no está definida, si bien parecen ser motivos propios de finales del siglo XIX, con tres grandes círculos trilobulados en el interior, que enmarcan motivos vegetales y florales que pueden recordar a otras piezas de factura zamorana. Un estudio más profundo de los tipos de hilos y las técnicas empleadas en su hechura podría determinar su origen local o foráneo, así como si se trata de una obra completa, una parte de un todo, una capa pluvial por ejemplo, o una muestra de taller.

Pieza bordada sobre la saya
 
            Sin embargo, lo que más llama la atención es la toca, denominada “toca de la corona” por el gran volumen que alcanza este motivo en la pieza. La imagen la ha lucido en contadas ocasiones en los últimos años a pesar de ser una obra de gran vistosidad. Se trata de una pieza decorada con una greca de motivos vegetales que se repite a lo largo de todo el contorno, flores y palmas, dejando en el centro del campo el anagrama de María, de perfil también vegetal, y la mencionada Corona Real, de exagerado volumen y acertado realismo. Por lo que pude ver, la greca del contorno está íntegramente bordada en canutillo (el grado de oxidación no me permitió ver si se trataba de canutillo de oro o plata) rematado con hilos dorados entorchados y lentejuelas que aportan ligereza y movimiento, un trabajo propio de piezas pequeñas y muy común en las labores conventuales de los siglos XVIII y XIX, de factura fácil y esquema sencillo, aunque con grandes dotes de virtuosismo conseguido con poca variedad de materiales. Se acompaña además con dos conchas bordadas, en clara alusión a la imagen titular, y varias estrellas que salpican el campo de la toca.

" Toca de la Corona"

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